divendres, 3 de maig del 2013

Yo he sido cajera en el Mercadona

La verdad es que en mi vida, he trabajado muy poco. Llevo toda la vida estudiando, y sólo he hecho algunos trabajos de verano (y las clases particulares de inglés). He trabajado en Mercadona, en H&M y en una tienda de chuches de Girona, y cuando mi madre trabajaba iba algunas veces a ayudarla a archivar. 

Creo que no he hecho nada más que eso. De todos tengo buenas experiencias. Trabajar en H&M durante rebajas es muy duro, pero pagaban bastante bien y por suerte eran trabajos de algunos días, no algo diario.


Pero tengo un mal recuerdo de mis días en el Mercadona. Bueno, de los primeros. La verdad es que para cuando ya me había dado tiempo de acostumbrarme al día a día de allí, me echaron. 25 días estuve alli. Ni uno más, ni uno menos.


Empecemos desde el principio: eché el currículum para estudiar los fines de semana (un plan especial que tenían para universitarios), cuando tenía 18 años. Me llamaron para ir a hacer la entrevista. Hicimos dinámicas de grupo como selección, de ésas en plan: "¿Si os quedárais en una isla desierta, qué obtejos cogeríais? Ponéos de acuerdo."

Me llamaron para contratarme, en vez de los fines de semana, para los 3 meses de verano. Yo encantada, iba a ganar unos 3000 euros, y yo nunca había ganado más que 15 euros por dos horas de clase. Lo que me pareció raro es que, aunque me habían dicho que todos los trabajadores hacían un curso remunerado de 15 días sobre el funcionamiento de las cajas y de la empresa, me dijeron que yo no lo haría. No me dieron explicaciones, y tampoco las pedí porque no quería empezar mal (a veces soy tan sumisa que dejo que me pisen).

El trabajo fue duro. No llego a 50 kg, y estar 9 horas de pie, pasando productos por una máquina, con la canción de: "Mercadoooooona, Mercadonaa!" me volvía loca y me destrozaba físicamente. Pero intentaba hacer lo que podía. Los otros trabajadores o eran amable conmigo o me hacían sentir una mierda muy grande. Me pedían que hiciera cosas que nadie me había enseñado, los clientes me trataban como a un robot, y se me hacía todo eterno.

Pero los días iban pasando y me acostumbraba más a mi rutina. Además, el cajero que estaba siempre en caja, Pablo, que tenía entonces 28 años, era muy amable conmigo y me ayudaba. Durante los descansos, íbamos él y yo juntos, porque los demás tenían su grupito y siempre hablaban mal de todos los demás. Hasta un día me cogieron por banda y me dijeron que no me fiara de Pablo, que estaba casado y tenía un hijo (cosa que yo ya sabía). Me quedé a cuadros. ¿Acaso pensaban que estábamos liados, o algo? Yo ya no sabía en quién confiar, la verdad. Así que decidí no confiar en nadie. Vi y oí mucha mierda de mucha gente ahí dentro. Gente muy falsa. Yo era una niñata de 18 años que no sabía ni qué se tenía que hacer.

Luego, cuando llevaba un par de semanas, empezaron a venir grupos de nuevos trabajadores a los que les enseñaban cómo iban las cajas y todo el local, mientras yo los miraba de reojo desde mi caja. "¿Por qué a mí no me han hecho el curso éste de 15 días? Les están contando cosas que yo aún ni sé, si hacen un curso será por algo...", pensaba.

Y al acabar mi 25º día, mientras recogía con Pablo cuando los clientes ya se habían ido, el jefe (con traje y corbata) me llamó a su despacho. Me dijo que había habido un error, que no se me tendría que haber contratado porque ya habían hecho contratos con el otro grupo de trabajadores, y que lo sentía mucho pero tenían que echarme.

WAT?

Al ver mi cara, insistió en que no era culpa mía, que había sido todo un error. Salí del despacho con ganas de llorar. No sé si lo que me habían contado era la verdad, pero yo no paraba de pensar en que me habían utilizado. Me contratan para tres meses, pero en vez de hacerme hacer el curso, me ponen en caja directamente, me tienen 25 días trabajando las 9 horas y luego me dan la patada, y ni finiquito ni hostias, es que contratarme había sido un error. Me sentía fatal. "A la mierda", pensaba; "mejor así, así podré aprovechar más el verano".

Hasta llegué a pensar que me habían echado por estar unida con Pablo, por esa extraña relación simbiótica que teníamos (una de las encargadas estaba enchochada con él). 

Quise irme para no volver nunca más. Aunque había gente que me caía muy bien, no queria ver a nadie nunca más. ¿Para qué? Pero justo en la puerta Pablo me interceptó:
—¿Te vas ya? Aún no son las 10.
—Sí...
No me atrevía a decirle la verdad.
—¿Estás bien?
—Sí...
—¿Me esperas y te llevo a casa?
—No, no...
—Bueno, ¿nos vemos mañana?
—Sí, hasta mañana.

De esto hace 4 años ya, y hace unos meses me crucé con Pablo por las calles de Girona. Iba con su mujer y su hijo, paseando. Sé que me vio, pero no sé si me reconoció. A veces me pregunto qué les dijeron sobre mi despido a mis compañeros, o cómo se lo tomó Pablo. 

No he vuelto a entrar en ese Mercadona, aunque mi familia y yo seguimos comprando allí, pero en otro establecimiento.

A veces me dan ganas de entrar. O de hablar con Pablo, hacerle algunas preguntar. Pero, ¿para qué?

7 INTENTOS:

  1. Uala, doncs mha impactat molt la teva mala experiencia. Sabia que aquestes coses pasaven, pero es diferent cuan algú ho explica de 1a ma. Jo no he treballat gaire encara, ( per no dir gens, classes i casal d'estiu) i no he tingut cap experiencia semblant. Pero em vaig conscienciant de que en un moment o altre a tots ens pot passar, i mes en aquestes grans superficies, on només ets un número.
    Espero que puguis trobar feina del que t'agradi algun diaa:)!

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    1. Merci, Idoia!
      Amb una mica de sort, si aconsegueixo una plaça PIR aviat, potser no he de tornar a treballar a cap altre lloc així!
      Per sort, no conec a ningú més que tingui una història similar a la meva, de fet, conec a dos o tres persones que també van treballar a Mercadona i hi van estar molt bé. Depèn de moltes coses, però sobretot de la gent que et trobes allà.

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  2. jaja, dios, como si no fueran suficientes los dramas sentimentales, tambien los hay laborales y todos son una gran mierda, ni qué decir.
    Yo que tú me pasaba por ahí como quien no quiere la cosa, a comprar algo y si Pablo trabaja aún ahí le saludo y tales, sin drama.

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    1. Sí, la verdad es que siempre me he quedado la espinilla clavada de hablar con él, pero me fui tan así, de golpe, sin decir nada... No sé.
      Además, me da miedo que ya no se acuerde de mí...

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    2. Por qué miedo? O.o
      Qué cosas las mujeres... nos da miedo ser olvidadas, hasta de quien nos es indiferente.

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  3. Parece el principio de una peli del sabado tarde de antena 3, o de una novela de misterio... francamente acongojante

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    1. Hahaha, ¡pues escribiré una novela con este principio, a ver qué! ^·^

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:)

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